jueves, 23 de febrero de 2012

DECIDE PERDONAR

Perdonar quiere decir; perdonar una deuda, falta u ofensa.  

            El perdón es una decisión voluntaria; es decidir perdonar sí  ó no.  Decidir perdonar de manera voluntaria implica perdonar de corazón con sinceridad.  Debe fluir un deseo en nosotros el querer perdonar reconociendo que hay una necesidad por sacar del corazón el rencor, el orgullo y la amargura.

            El elemento más poderoso para sanar, liberar y traer paz a nuestra vida, es el perdón.  En la palabra de Dios (La Biblia) en el Evangelio de Mateo, en el capitulo 6 en los versículos  del 12  al 15  nos refiere acerca  de  la oración  más conocida  por todos los hombres, “El Padre Nuestro”, el  versículo 12  dice: “y perdónanos nuestras deudas  como  también  nosotros  perdonamos a nuestros deudores.”

            Si reflexionamos un poco acerca de este versículo, estamos pidiéndole a Dios perdón por nuestros pecados; pero no solo le pedimos perdón, sino que le decimos en la oración que nos perdone así como nosotros perdonamos.  Ahora bien ¿Crees tú, que cuando haces  esta oración estas  siendo  sincero  con  nuestro Padre  (Dios)?  ¿Has perdonado tú a quienes te han ofendido o han cometido alguna falta en tu contra?.

            El  perdón no es para olvidar  sino  para  sanar, perdonar no debe  ser un sentimiento ni un acto misericordioso.  Es una decisión que se toma para ser libres y vivir en paz.

            Para poder recibir de Dios el perdón que pedimos a diario cuando hacemos la Oración del Padre Nuestro, debemos perdonar.  El versículo 15 de este mismo capítulo 6 de Mateo dice: “Más si no perdonáis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas.”

            Este versículo bíblico es muy claro, nos señala y nos exhorta a perdonar para recibir perdón, no somos nosotros quienes debemos emitir juicio en contra de nuestros deudores, considerando además a quien sí, o a quien no se debe perdonar.  La palabra de Dios dice  en Lucas 6:37 “No juzguéis, y no seréis juzgados; no condenéis y no seréis condenados; perdonad y seréis perdonados.”

            Mateo 7:1-2 nos dice también: “No juzguéis, para que no seáis juzgados, porque con el juicio con que juzguéis seréis  juzgados, y con la  medida con que medís os serás medido.”  Como podrás notar son dos libros diferentes de la Biblia que nos enseña acerca de lo mismo.

            En este mismo libro de Mateo, capitulo 18, versículos 21 y 22, el Apóstol Pedro hace a Jesús una gran pregunta:  “¿Cuántas veces perdonaré a mi hermano que peque contra mi, ¿Hasta siete veces?, Jesús le responde:  no te digo hasta siete sino aún setenta veces siete.”

            Esto indica que nuestros perdón es infinito, que debemos vivir una vida de constante perdón, porque una persona que no perdona no puede tener paz en su vida.  El no perdonar ocasiona heridas y cicatrices, el que no perdona está encadenado y tiene con él  a la persona  a quien no ha perdonado, está encarcelado en un sentimiento de culpa, amargura, inseguridad, desconfianza y rencor.  Quien no ha perdonado vive  siempre recordando aquello que le hicieron justificándose  para  no perdonar, impidiendo que pueda recibir el perdón que necesita de Dios.

            Pero hoy te invito a que “Decidas perdonar”, renunciando al orgullo y puedas recibir así la bendición del perdón de Dios en tu vida, permitiéndole que sane tus heridas.

            Cuando recibimos  a  Jesús  recibimos  de  su amor, somos liberados, sanados  y   lo  más importante,  recibimos el perdón de Dios.

            Si esta lectura ha tocado tu corazón y te ha permitido reflexionar y sentir  que debes perdonar, hoy te invito a que te acerques a esa persona que te ha ofendido, aquella persona, amigo, familiar  a  quien tienes mucho tiempo que no le hablas  y  le presentes tu deseo de perdonar  y  ser perdonado.  Además te invito a que hagas esta oración.

Señor Jesús:
             Te  pido perdón por mis  pecados, te invito a entrar  en mi corazón, enséñame a perdonar.   En este momento confío  en  ti como mi Salvador  y prometo seguirte  como mi Señor. Amén.