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*Promesa: Acto y expresión con los que una persona asegura o promete que va a hacer una cosa. Ofrecimiento solemne que hace una persona de cumplir con rectitud y fidelidad los deberes y obligaciones de un cargo.
*Padre: Trato que se da al hombre respecto a sus hijos. Cabeza de una descendencia, familia o pueblo. Autor o inventor respecto a lo creado o inventado.
En la palabra de Dios tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento, se hace mención acerca del Espíritu Santo.
Asì como los profetas del Antiguo Testamento predijeron sobre la venida del Mesías, asì también profetizaron acerca de la venida del Espíritu Santo.
Dios le dijo al Profeta Joel que derramaría de su Espíritu sobre toda carne. (Joel 2:28-29 "Y sucederá que después de esto, Derramaré Mi Espíritu sobre toda carne; Y sus hijos y sus hijas profetizarán, Sus ancianos soñarán sueños, Sus jóvenes verán visiones. Y aun sobre los siervos y las siervas Derramaré Mi Espíritu en esos días").
Esta profecía del profeta Joel, constituye la "Promesa de Dios" de dar un derramamiento general de su Espíritu Santo sobre todos los creyentes. También dijo Dios al profeta Ezequiel "y pondré dentro de vosotros mi Espíritu..." (Ezequiel 36:27).
En el Nuevo Testamento antes de ascender al cielo, Jesús les dijo a sus seguidores que no salieran de Jerusalèn sino que esperasen la "Promesa del Padre" (Lucas 24:49 "He aquí, yo enviaré la promesa de mi Padre sobre vosotros; pero quedaos vosotros en la ciudad de Jerusalén, hasta que seáis investidos de poder desde lo alto").
El Señor Jesucristo relacionó el descenso del Espíritu Santo con la profecía de Joel 2:28-29, y lo llama "La Promesa del Padre".
En muchas congregaciones piensan que el Espíritu Santo fue solo para los Sacerdotes, Jueces, Levitas y algunos Reyes en los tiempos del Antiguo Testamento. Pero la palabra de Dios en el libro de los Hechos 2:17-18 del Nuevo Testamento nos confirma la profecía del profeta Joel cuando dice: "Y en los postreros días, dice Dios, derramaré de mi Espíritu sobre toda carne, y vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán; vuestros jóvenes verán visiones, Y vuestros ancianos soñarán sueños; de cierto sobre mis siervos y sobre mis siervas en aquellos días derramaré de mi Espíritu, y profetizarán". Ahora bien yo te pregunto a ti amigo lector, ¿Para quién es esta promesa?
El libro de los Hechos 2:39 dice: "Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llamare". Todos recibimos el llamado de Dios, pero todos los que hemos aceptado a Jesús en nuestras vidas; luego de recibir el perdón de nuestros pecados, recibimos el Espíritu Santo, nos convertimos en templo y morada del Espíritu Santo (1 Corintios 3:16 "¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros?").
Debemos guardar y cuidar ese templo para que Espíritu Santo permanezca en él. (1 Corintios 3:17 "Si alguno destruyere el templo de Dios, Dios le destruirá a él; porque el templo de Dios, el cual sois vosotros, santo es") Por eso Dios manda a vivir una vida en Santidad y cuidar de nuestro cuerpo no contaminándolo con la vieja manera de vivir conforme a las costumbres del mundo sino vestíos del nuevo hombre, alejándonos de todo pecado.
El Espíritu Santo es quien guía y dirige la vida del creyente, es quien nos da la sabiduría y la iluminación para entender la palabra de Dios. Es quien llena nuestras bocas al momento de predicar la palabra, porque nos acompaña dondequiera que vayamos, puesto que mora en nosotros. Sin la guía y la compañía del Espíritu Santo no debemos ir a ningún lado.
Existen congregaciones en donde Dios manifiesta su poder y su presencia a través del Espíritu Santo, y donde está la presencia de Dios hay liberación, hay sanidad, hay plenitud de gozo.
Te invito a vivir esta maravillosa y hermosa experiencia en la presencia del Espíritu Santo que llenará tu vida por completo. Es realmente hermoso poder sentir la presencia de Dios y ser llenos de su Espíritu Santo. Por eso quiero pedirte que hagamos juntos esta oración: Señor Jesús te alabo y glorifico tu Santo nombre y te pido que me llenes de tu Santo Espíritu, que me permitas tener esa experiencia de ser tocado(a), transformado(a) y lleno(a) de ti por medio del Espíritu Santo, que derrames sobre mi su presencia y me ayudes a entender el propósito de tu llamado en mi vida, en el nombre de Jesús. Amén.
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Por: Morayma Mellado.
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